Cada uno de los cinco goles que anotó Alemania en el primer tiempo encontró como reacción un gemido multitudinario de los reunidos en la playa. Luego, llegó el silencio, salvo por los gritos de una decena de alemanes que contrastaban con el ambiente de funeral.
Sin el astro Neymar, descartado del resto del Mundial por lesión, y sin el capitán Thiago Silva, suspendido por acumulación de tarjetas amarillas, quedó claro muy pronto que Brasil no podía con Alemania.
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